Provincia de Ñuble
Viuda, nada de mal perecida, conocida
por sus canciones, por sus chascarros, y su espíritu festivo.
Animaba las fiestas con sus
canciones, las que acompañaba con una guitarra que la hacía hablar.
Nunca podía faltar a los
matrimonios, era la convidada oficial de bautizos y velorios.
Con muchos cantos, cuentos y
rezos pasaba la vida. Un día en una fiesta conoció a un huaso muy bien plantado
y montado en un brioso corcel que venía de otra provincia. Era un huaso muy
apuesto y distinguido, lo que hiso que la viuda se enamorara y pronto el canto
pícaro de ella y lo gracioso de él
conformaron una amistad.
Durante un tiempo el huaso astuto
acompañó a la viuda en el golpeteo de la guitarra.
El apuesto visitante un día tuvo
que partir.
Pasó el tiempo y la viuda esperó
que le llegaran noticias del huaso enamorado y olvidadizo. Ella no se olvidaba
de él en ningún minuto, vivía pensando en él.
Pasaba el tiempo y la viuda iba todas
las noches a cantar las penas con su guitarra, bajo el viejo peral de la casa,
testigo de las promesas de amor entre el huaso y ella.
Luego la gente del lugar hablaba
de que el muy ladino huaso era padre de numerosos hijos y dueño de grandes
tierras.
Sello chileno "La Guitarrera de Quinchamalí" |
La viuda comenzó a retirarse de
las fiestas lentamente, ya no asistía con regularidad a todas las invitaciones
que la viuda recibía, hasta hacerse notoria su ausencia.
Todos recordaban sus chistes, se
extrañaba su canto y la animación tan entusiasta de daba en los matrimonios y
bautizos. Sus cuentos y rezos acortaban las noches largas de los velorios.
Un día bajo el peral de sus
amores, encontraron muerta a la viuda guitarrera y cantora.
Este amor se convirtió para las
trabajadoras de la greda en un cántaro, que la muestra vestida de negro
cantando y tocando tristemente un amor, un desamor.
Escrito y recopilado por:
Alejandro Glade R.
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