jueves, 20 de agosto de 2015

La guitarrera de Quinchamalí


Provincia de Ñuble

Viuda, nada de mal perecida, conocida por sus canciones, por sus chascarros, y su espíritu festivo.

Animaba las fiestas con sus canciones, las que acompañaba con una guitarra que la hacía hablar.

Nunca podía faltar a los matrimonios, era la convidada oficial de bautizos y velorios.

Con muchos cantos, cuentos y rezos pasaba la vida. Un día en una fiesta conoció a un huaso muy bien plantado y montado en un brioso corcel que venía de otra provincia. Era un huaso muy apuesto y distinguido, lo que hiso que la viuda se enamorara y pronto el canto pícaro de ella y lo gracioso de él  conformaron una amistad.

Durante un tiempo el huaso astuto acompañó a la viuda en el golpeteo de la guitarra.

El apuesto visitante un día tuvo que partir.

Pasó el tiempo y la viuda esperó que le llegaran noticias del huaso enamorado y olvidadizo. Ella no se olvidaba de él en ningún minuto, vivía pensando en él.

Pasaba el tiempo y la viuda iba todas las noches a cantar las penas con su guitarra, bajo el viejo peral de la casa, testigo de las promesas de amor entre el huaso y ella.

Luego la gente del lugar hablaba de que el muy ladino huaso era padre de numerosos hijos y dueño de grandes tierras.

Sello chileno "La Guitarrera de Quinchamalí"


La viuda comenzó a retirarse de las fiestas lentamente, ya no asistía con regularidad a todas las invitaciones que la viuda recibía, hasta hacerse notoria su ausencia.

Todos recordaban sus chistes, se extrañaba su canto y la animación tan entusiasta de daba en los matrimonios y bautizos. Sus cuentos y rezos acortaban las noches largas de los velorios.

Un día bajo el peral de sus amores, encontraron muerta a la viuda guitarrera y cantora.

Este amor se convirtió para las trabajadoras de la greda en un cántaro, que la muestra vestida de negro cantando y tocando tristemente un amor, un desamor.







Escrito y recopilado por: Alejandro Glade R.


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