lunes, 6 de julio de 2015

Las tres Pascualas (existe dos versiones)

Lugar: Región de BíoBío, Concepción

Laguna las Tres Pascualas
Tres muchachas  hermanas  lavanderas, llamadas las Pascualas iban a lavar ropa a una laguna cercana a su casa, en aquellos tiempos  durante el siglo XVIII, lo hacían casi todas las mujeres pobres de la ciudad de Concepción. Era realmente un espectáculo pintoresco y lleno de vida el que ofrecían las hileras de mujeres que en la mañana y en la tarde iban a lavar a la laguna.

Cuando llegaba la tarde, emprendían el camino de regreso a sus hogares. La mayoría eran lavanderas de profesión, como las tres Pascualas.

Caminaban con sus grandes atados de ropa que llevaban generalmente sobre la cabeza. A menudo marchaban cantando o conversando en alta voz.

Era agradable distinguir desde lejos el cuadro multicolor que ofrecía la laguna con la ropa de distintos colores que flameaba  al viento tendida sobre las ramas.

Llegaban hasta la laguna todos los días a lavar; mientras realizaban su trabajo, entonaban hermosas canciones.

Un día otras compañeras llegaron hasta la laguna y encontraron los tres cadáveres de las tres hermanas Pascualas flotando en la laguna. ¿Cuál fue la causa de esta desgracia?

Se dice que las tres Pascualas amaban a un mismo hombre, y después de larga meditación en la noche anterior, resolvieron poner término a sus días, arrojándose a la laguna que era su propio sustento.

Un día llegó hasta la casa de las tres muchachas un forastero en demanda de hospedaje, el que le fue dado y acogido gustoso por el padre de las jóvenes.

Todos los días, al terminar la tarde, regresaba hasta la casa el solitario forastero y miraba a las Pascualas que volvían cantando con sus trenzas rubias al aire y con el atado de ropa sobre la cabeza.

El joven se enamoró de las tres hermosas muchachas y cada una, en secreto, le correspondió su amor.
No sabiendo a cuál de ellas elegir como su esposa, en la noche de San Juan les dio cita a las tres en la orilla de la laguna.

A las doce de la noche el forastero remaba, pero desesperado al ver reflejarse en las plateadas aguas a las tres Pascualas, comenzó a llamar: ¡Pascuala...! ¡Pascuala...! ¡Pascuala...! Las tres, al sentir su nombre, se creyeron elegidas y comenzaron a entrar en las traicioneras aguas. Desde entonces, en las hermosas y encantadas noches de San Juan, a las doce, se ve un bote, y entre el croar de las ranas surge una voz que llama desesperadamente a las mozas.


Otra versión dice que las tres hermanas lavanderas  se habrían suicidado, ahogadas en la laguna, producto de un desamor provocado por un mismo hombre que las enamoró y luego las abandonó. Fue tal la pena de las tres hermanas que se metieron al agua y entonces las aguas de la laguna se habrían desbordado y producto de un gran remolino se habrían ahogado, volviendo las aguas del lago a la normalidad para transformarse en la forma que la laguna tiene el día de hoy, una luna en cuarto menguante.

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