Lugar: Ñuble
En los bosques de Ñuble, existen, desde que Dios hizo el
mundo, una infinidad de duendecillos y enanos, criaturas de tamaño muy chico,
no son más altos que la palma de la mano. Sus barbas son blancas y les llegan
hasta los pies y su cabeza la cubren con una capucha de lana cruda. La mayoría
por lo general son viejos, pero tan animados como el espíritu de los niños, son
vivos, y atentos para hacer travesuras.
Trabajan y se divierten trenzando colas con las crines de
los caballos, o amarran las colas de las vacas de dos en dos y así son
encontradas en los establos, también sacan las sábanas de los que duermen
pacíficamente en sus camas.
Estos pequeños hombrecillos habitan en las grutas de Santa
Rita, cerca de San Carlos y Quirihue. Estas grutas se caracterizan por ser un
conjunto de galerías subterráneas, duermen durante todo el Invierno; y cuando
llega la Primavera, la celebran con una grande, ruidosa y hermosa fiesta. En sus
inmensos túneles bajo tierra, los enanos bailan y cantan al compás de una
misteriosa música. Se elevan por el aire, saltan hasta topar el techo de pura
alegría. Su infinito ruido de jolgorio y algarabía, despierta al valle del
letárgico Invierno.
Son famosos los bosques de Quirihue, por ser el lugar donde
habitan estos seres, pequeños hombrecillos de barba blanca y capucha. Su alegría
da vida y despierta a los bosques del frío invierno.
Escrito por: Alejandro Glade R.
Gracias por esta rica experiencia de las leyendas y mitos. Genial
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