Lugar: Provincia de Curicó.
En el camino de Curicó a los
Queñes existió un puente negro, también llamado el Puente de Cura, en el que un
fraile mercedario se paseaba por las noches.
Cuando algún valiente quería
afrontarlo, el cura sacaba desde sus anchas mangas una mano descarnada, de
huesos blancos como de esqueleto, y se desaparecía por entre las barandas del
puente, dejando un rastro de azufre quemado.
Los huasos de la zona comentaban
que el fraile había muerto en pecado mortal, y su espíritu que estaba poseído
por el diablo iba a penar por el puente.
Recopilación por: Alejandro Glade
R.
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