Tanga-Roa se llamaba el personaje y vivía en una isla lejana soñando con el estado de atraso de los isleños en Rapa Nui. Resolvió atravesar a nado a llegar a la isla.
Arahi-Ariki, Tanga-Roa, Rey soy, y
Tanga-Roa me llamo, les dijo al poner el pie en tierra. Pero los isleños Rapa
Nui, indignados ante su desordenada y atrevida ambición, le contestaron al unísono:
A pakia, reo ke (mentira, eres
una foca).
Y sin mayor ceremonia ni proceso lo tomaron por sorpresa lo degollaron
y lo comenzaron a asar, igual que a un lobo de mar, en un hoyo con piedras
calientes, a la usanza de la isla. Grande fue la sorpresa de los Rapa Nui al
ver, al día siguiente, que después de tantas horas de cocción, el cuerpo de
Tanga-Roa seguía crudo.
Comenzaron entonces a temer que éste
hubiera dicho la verdad y fuese realmente un rey. Para librarse del cuerpo del
delito les enviaron los restos de Tanga-Roa a los habitantes de otra pequeña isla,
y éstos también intentaron cocerlo con el mismo infructuoso resultado. Era que
el cuerpo de Tanga-Roa era inasable?, pero desgraciadamente no era
incorruptible y como empezaba, a descomponerse, tuvieron que arrojarlo a mar.
A
poco de estos acontecimientos, llegó un gigante, Teteko, hermano de Tanga- Roa,
tan enorme que sólo se le veían las piernas. El cuerpo y la cabeza se perdían
en las nubes. Dio tres pasos, y estos bastaron para recorrer toda la isla, preguntando
por su hermano, y como nadie le contestara siguió su camino.
Recopilación de: Alejandro Glade
R.
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