Recopilación de: Alejandro Glade R.
Lugar:
San Antonio
En el tiempo en que los españoles llegaron a la zona de San Antonio y Cartagena. Estos comenzaron a posesionarse en las zonas de terrenos costeros y también los que estaban cercanos a los ríos, y cursos de agua y vertientes. Los habitantes originarios al ver su llegada escaparon a otras áreas, otros murieron por las nuevas pestes que traían los nuevos visitantes, y no faltaron los que murieron hambre, etc. La leyenda dice que en las alturas de Llolleo, más allá de los cerros, en las noches de cada fin de mes se veían luces de grandes fogatas y se escuchaban cantos ceremoniales. Incluso hay gente que de lejos veían los bailes entre las llamas.
Los españoles nuevos dueños de terrenos, le tenían miedo a estos acontecimientos, la razón, pensaban que allí se hacían bailes a Satanás, los nuevos vecinos se hicieron de y armas y fueron a terminar con aquellos ceremoniales. Según se sabe, los aldeanos se dieron fuerzas con alcohol y fueron a combatir a los habitantes de aquel sector y se les pasó la mano… Mataron a hombres, mujeres y niños; pero uno quedo vivo hasta el final. El jefe de la Tribu, quien en su lenguaje maldecía a los que mataron a su familia. Al final lo amarraron a un árbol cerca de los roqueríos y allí murió desangrado. Su carne fue comida por las aves y animales carroñeros, al igual que los cuerpos de su familia. Los hombres que hicieron tan atroz salvajismo comenzaron a sentir pánico cuando en sus moradas se veían las siluetas se los indígenas en las sombras de sus lámparas y velas. Al cabo de unos años, todo se calmó, incluso, se olvidó el tema; hasta que una noche, en Luna llena a lo lejos, en el mismo sector comenzaron a verse luces de fogatas nuevamente y a escucharse cantos y ritos ceremoniales.
Los lugareños asustados, esperaron que amaneciera para volver al lugar y ver con sus propios ojos los acontecimientos de la noche. Y efectivamente había rastros de cenizas y pisadas que daban cuenta que algo ocurría. Es así que esperaban en el lugar que anocheciera para encontrarse con los nuevos indígenas, y nada ocurría. Solo bastaba que se alejaran y comenzaba todo. Hasta nuestros días, aun hay gente que asegura ver fogatas y escuchan cantos en el sector de la Cueva del Indio.
Recopilación de: Alejandro Glade R.
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