Lugar: Archipiélago de Chiloé.
El Coñipoñi (del mapudungun coñi,
“parto” y poñi "papa"), es una criatura mitológica perteneciente a la
mitología chilota; la cual cumpliría la función de cuidar niños.
El Coñipoñi es descrito como un
pequeño gusano que se caracteriza por ser de un color plomizo.
"COÑIPOÑI" |
Según la leyenda, el Coñipoñi habitaría
en los tallos de las plantas de papas que se cultivan en Chiloé.
Las
tradiciones, dicen que las Mujeres chilotas, que eran madres de niños recién
nacidos, se alegraban cuando encontraban uno de esto gusanos; ya que eran
usados como niñeras. Para ello, se debía llevar al Coñipoñi a la casa de la
madre, colocándolo bajo la almohada del niño recién nacido, y siempre recordar
alimentarlo con unas cuantas gotas de leche proveniente de la madre. De esta
forma se dice que la madre conseguiría que este pequeño gusano hiciera que su
hijo estuviera feliz, tranquilo y sin llorar.
Cuando el pueblo chilote no está
dedicado a las faenas del mar, su
actividad se desenvuelve en labores agrícolas, especialmente, el cultivo de la
papa.
Este tubérculo originario de
Chiloé, hoy su cultivo se ha extendido a gran parte de nuestro planeta,
constituyendo uno de los alimentos básicos de la humanidad. Además de ello, los
usos que de él pueden hacerse son tantos, que alguien, con gran propiedad, debería
ser al revés, y dijo que le agradaría saber mejor; para qué no son útiles las
papas.
La siembra de la papa, y sus
tratamientos ulteriores, cuentan, en el archipiélago, con la colaboración de todas
las familias, y participan en familia de acuerdo a sus posibilidades. El
instrumento elegido para este trabajo es el “gualato”, semejante al azadón, hoy
hecho de fierro, los antiguos eran de duras maderas como la luma. En el fondo
la papa es la que proporciona al animalito que se preocupa del cuidado a una
tierna criatura, la papa le proporciona, a su delicado niño, el incomparable “Coñipoñi”.
Entre los tallos tiernos de las
matas de los papales y protegida por las hojas, se suele encontrar ( y no es
mito), un pequeño y hermoso gusanillo color plomizo; gran parte de su cuerpo
está cubierto por un gracioso y blanquecino envoltorio, a modo de capa, que
puede ser desprendido fácilmente, pero no es su totalidad porque éste está
prendido en el extremo opuesto a su pequeña cabeza.
Conseguir un Coñipoñi, es una
gran suerte, manifestaba una señora que tuvo dieciséis hijos y que contó con
esta maravillosa niñera. Es incomparable, recalcaba, para calmar a los niños
inquietos y llorones: basta dejarla bajo la pequeña almohada de la cuna, para
que su virtud se deje sentir, tranquilizando al niño llorón, en forma
inmediata.
El Coñipoñi, es muy solicitado por
toda madre que trabaje fuera del hogar, ya que gracias a su auxilio, puede
realizar sus faenas, totalmente despreocupada en su inquietud maternal, porque
sabe que su criatura estará muy tranquila y acompañada, bajo los mágicos cuidados de este minúsculo y
valioso gusanito, hecho para las madres, por los espíritus protectores de los
papales, con la intención de facilitar el trabajo, tendientes al mejor desarrollo
y a la multiplicación del tubérculo.
Este animalito es un amigo fiel y
tiene además la notable cualidad de ser muy poco exigente con sus amos, sólo
pide compartir una pequeña cantidad de la leche materna, con la que se alimenta
el bebé. Cuando el niño puede andar y procurarse con la distracción de algunos
objetos, se considera que la presencia de la Coñipoñi, es innecesaria y por tal
razón, se le lleva con maternal cuidado,
al papal más cercano y se la deja en libertad, entre las melgas.
Recopilación de: Alejandro Glade R.
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