domingo, 17 de enero de 2016

La leyenda del guerrero Huentemaugu.

Lugar: Osorno, región de Los Lagos



El 21 de Mayo de 1601, y cuando los españoles menos lo esperaban, porque había un temporal  y una tempestad desatada con mucha borrasca, ven incendiarse gran cantidad de casas en Osorno, cuando se dan cuenta el enemigo había ocupado la plaza de Osorno, y las gentes comienzan a salir de sus casas gritando y aterrados, madres con hijos en sus brazos y en general  todo el mundo salió descontroladamente a las calles.

Era justamente lo que los araucanos se habían propuesto, crear el caos, saquear, raptar mujeres y hacer prisioneros.  Los soldados españoles por la sorpresa no pudieron contener el ataque perdiendo a muchos hombres.

Uno de los guerreros que participó en esta refriega fue el guerrero araucano Huentemaugu, que como botín y prisionera, se llevó a una monjita del convento de Santa Isabel, doña Gregoria Ramírez, de quién se enamoró profundamente, a tal punto que este araucano hombre de bien y de buen corazón, se da cuenta de que sus insinuaciones ofendían a su cautiva, y este la tuvo con él en el más profundo respeto. En una palabra, pudo más con él la virtud de la monja que su preciosa hermosura. Por su parte la religiosa, cuya principal esperanza era la de conservarse pura, solo pedía la protección de Dios.

Huentemaugu se desvivía por que la monjita tuviera un buen pasar, pasando a ser un esclavo de la monja. Un dia el guerrero se da cuenta que esta señora estaba muy triste y con lágrimas en los ojos, el guerrero la trataba con cariño y dulzura no logrando quitarle la tristeza.

Huentemaugu, no soporta más verla en estas condiciones y decide devolverla y restituirle su libertad llevándola de regreso al convento, arriesgando su vida y sin que nadie supiera, incluso sus hermanos que tampoco lo supieron.

La joven monja Gregoria Ramírez es supuestamente intercambiada con el enviado de Peraza, que iba a proponer algunos canjes y rescates. Entre ellos queda concertado que se la robaría, de modo que en la opinión de su gente, Huentemaugu había tenido una desgracia al perder a la mujer que poseía.



Recopilación de: Alejandro Glade R.


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