Lugar: Osorno, región de Los Lagos
El 21 de Mayo de 1601, y cuando
los españoles menos lo esperaban, porque había un temporal y una tempestad desatada con mucha borrasca,
ven incendiarse gran cantidad de casas en Osorno, cuando se dan cuenta el
enemigo había ocupado la plaza de Osorno, y las gentes comienzan a salir de sus
casas gritando y aterrados, madres con hijos en sus brazos y en general todo el mundo salió descontroladamente a las
calles.
Era justamente lo que los
araucanos se habían propuesto, crear el caos, saquear, raptar mujeres y hacer
prisioneros. Los soldados españoles por
la sorpresa no pudieron contener el ataque perdiendo a muchos hombres.
Uno de los guerreros que
participó en esta refriega fue el guerrero araucano Huentemaugu, que como botín
y prisionera, se llevó a una monjita del convento de Santa Isabel, doña
Gregoria Ramírez, de quién se enamoró profundamente, a tal punto que este
araucano hombre de bien y de buen corazón, se da cuenta de que sus insinuaciones
ofendían a su cautiva, y este la tuvo con él en el más profundo respeto. En una
palabra, pudo más con él la virtud de la monja que su preciosa hermosura. Por
su parte la religiosa, cuya principal esperanza era la de conservarse pura,
solo pedía la protección de Dios.
Huentemaugu se desvivía por que
la monjita tuviera un buen pasar, pasando a ser un esclavo de la monja. Un dia
el guerrero se da cuenta que esta señora estaba muy triste y con lágrimas en
los ojos, el guerrero la trataba con cariño y dulzura no logrando quitarle la
tristeza.
Huentemaugu, no soporta más verla
en estas condiciones y decide devolverla y restituirle su libertad llevándola
de regreso al convento, arriesgando su vida y sin que nadie supiera, incluso
sus hermanos que tampoco lo supieron.
La joven monja Gregoria Ramírez
es supuestamente intercambiada con el enviado de Peraza, que iba a proponer
algunos canjes y rescates. Entre ellos queda concertado que se la robaría, de
modo que en la opinión de su gente, Huentemaugu había tenido una desgracia al
perder a la mujer que poseía.
Recopilación de: Alejandro Glade R.
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