Lugar: Mitología Araucana.
Recopilación por: Alejandro Glade R.
En la tierra no había nada. Un
espíritu poderoso vivía en el aire y aplastó a los de menos poder que se habían
revelado, convirtiéndolos en montañas y volcanes, y a los arrepentidos, en
estrellas.
Para que habitara en la tierra,
el Poderoso transformó en hombre a un espíritu que era hijo suyo, el cual al
caer quedó aturdido. La madre del joven sintió pena y para mirarlo abrió en el
cielo una ventanilla por donde asoma su cara pálida.
El poderoso tomó una estrella y
convirtiéndola en mujer le ordenó que fuera a acompañar a su hijo. Esta, para
llegar hasta el joven, tenía que caminar a pie. Para que no se lastimase, eñ
Poderoso ordenó que a su paso crecieran las hierbas y flores. Ella jugaba con
éstas y las trocaba en aves y mariposas. Y después que pasaba, la hierba que su
pie había tocado se convertía en selva gigantesca.
El joven y la niña se juntaron y,
unidos, hallaron que el mundo era más bello. En el día, el Poderoso les miraba
por un ventanillo redondo y era el Sol. En la noche, era la madre del joven la
que abría el ventanillo y mostraba su rostro pálido: era la Luna.
Recopilación de Alejandro Glade R.